martes, 27 de marzo de 2012

Hogar dulce... ¿casa?

Cuando dejas tu hogar y a tus seres queridos siendo un adolescente podría decirse que sufres un falso proceso de maduración a marchas forzadas. Conoces a gente nueva que sin remplazar a los de tu pasado ocupan un lugar muy importante en tu vida, y comienzas a creer que tu hogar puede estar en cualquier lugar donde te sientas querido y estés seguro de recordar y que te recuerdan.
Hasta que un día despiertas y te das cuenta de que tu hogar si puede estar donde quieras, pero sigues necesitando un lugar al que llamar “mi casa”.
Después de lo que he vivido, no me considero una persona egoísta, ni materialista. Pero de lo que cada vez estoy más seguro es de que todos necesitamos un lugar donde estar, un espacio donde tengas tu intimidad, goces de plena libertad, sea tu refugio en un día de lluvia o después de una mala semana. Donde esconderte de las miradas furtivas que juzgan hasta tu respirar.
Antes me conformaba con encontrar ese lugar en mi interior y darle forma a través de mis pensamientos.
Poco a poco mi interior se ha ido quedando pequeño, y no me avergüenza decirlo. Está lleno de tantas vivencias, que necesito un lugar físico donde comenzar a ordenar mi vida. Que sea un reflejo de mi personalidad, que me complemente.
He dejado de ver una casa propia como un lujo y ha pasado a ser una necesidad.¿Será que estoy madurando de verdad? Bueno... sea lo que sea, he fijado un nuevo objetivo en mi vida.