sábado, 10 de septiembre de 2016

Follow me to Wonderland!

Subí a un avión pero en realidad creo que caí en la madriguera del conejo, aterricé y vi una tierra de ensueño, podría haber sido el País de las Maravillas o el paraíso del atlántico. Amigos viejos y nuevos que desde hace mucho no veía, aunque el tiempo no había pasado.
Hay lunas de mediodía y soles que se ponen al amanecer, hay personajes de mil y ningún sitios a la vez. Son millones de canciones que se funden en una, horas y días que parecen segundos y a la vez una vida. No entiendo nada, pero la verdad es que no quiero entenderlo…
Vi a cenicienta con el paso de los años en una playa de hoy y siempre, acompañada de montañas inmortales y conversaciones que parecen haber iniciado en un tiempo en el que nada importaba; y ahora todo se valora.
Fui a tomar el té y celebrar no cumpleaños, porque era lo que parecía, que todo seguía igual. Romanos y roqueros, payasos y mafiosos, reinas rojas y blancas. Qué clase de viaje en el que no duermes para no perderte los sueños. Un extraño brebaje me ayudo a adaptarme a la situación, jugo de la tierra que pisaba, que lo mismo te sabía a savia de drago que a rocío de sotavento.
Podías diferenciar norte de sur aunque parecía que estabas en el ecuador, una entonación que te canta y enamora, serán sirenas con piernas que bailan bachata en mitad de la plaza, o princesas que cantan a los animales del bosque bajo el techo del tranvía. Con cada pestañeo aparecen más ilusiones, una lámpara frente a un espejo que no ve su luz, quizás no la estaba buscando o puede que se haya quedado impregnada en la sombra que besó en la última esquina.
Una ratona ladra en una crisis de identidad, intento recordarle lo que es, pero solo me replica y dice que haría cualquier cosa por sus pequeños, y sus pequeños aprenden a quien molestar y a no juzgar. Resulta que en este mundo extraño, la realidad y la fantasía son lo mismo. Y el choque aunque más brutal es más sincero, disfraces vemos personas no sabemos.
Camino buscando un transporte a casa y solo piso calabazas, será que son más de las 11; encuentro una comida y me tropiezo de nuevo con cenicienta, sin zapatillas de cristal y envuelta en papeles, confirmo que hace mucho se pasaron las horas de encanto aunque la magia sigue en el ambiente.
Al final me rendí al cansancio y pasó lo que me temía, perdí los sueños que solo son perceptibles mientras estas despierto. Escucho un tic tac a lo lejos y veo como el conejo me hace señas mientras se señala el reloj. Una arepa me hace volver al tamaño real y me ayuda a subirme al avión. Despierto tres veces sin darme cuenta de que dormía, no es el fin, no es un hasta luego, mi País de las Maravillas me acompaña aunque no lleve una botella de sangre de drago.

Suerte señores y señoras, nos veremos cuando caiga de nuevo por debajo del árbol y si queréis subir, aquí os espero.

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