Hay días y días.
Unos amo mi trabajo y otros me
pregunto ¿qué hago aquí? Algunos son realmente asquerosos ya sea
por el clima, el esfuerzo o simplemente por la comida.
Pero también hay otros geniales,
después de una dura carrera, de un gran asalto, una fuerte
instrucción o un salto paracaidista que me siento completo,
satisfecho. Esos días son los que se me eriza la piel al
uniformarme, disfruto preparando el equipo y me río de la
autocompasión.
Se dice que los paracaidistas somos la
punta de lanza del ejercito español. Somos unos pocos afortunados
con algo en común, estamos un poco idos de la cabeza.
Nos gusta sufrir y llevarnos al
limite, nos quejamos del trato tan duro pero al segundo día de
descanso pedimos caña. Somos maquinas todoterrenos que nos
estropeamos si nos tratan bien.
Aunque no tenemos que demostrar nada a
nadie nos gusta ponernos a prueba¿por qué correr 16 km con equipo y
mochila? Porque podemos! Si ser paracaidista fuera fácil lo harían
otros.
“Por encima de todo esta la misión,
el calor, el frío, el hambre, el sueño y el cansancio, para mi
serán estimulantes” Ideario paracaidista.
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